miércoles, 14 de mayo de 2008

Mundo Castrexo y Santa Tecla (II).


Para Galicia se calculan unos 5.000 castros del mundo Castrexo, en muchos de estos casos perviven con asentamientos actuales de muchos pueblos y ciudades.

Parte de la Meseta Norte, País Vasco y la zona Cantábrica, poseen en la 2ª Edad de Hierro unos poblados agrupados en zonas más o menos elevadas y fortificadas a manera de nuestros castros. Pero su estructura (distribución del hábitat interior, organización defensiva, materiales empleados, idea general de la organización del poblado), contrastan con los del noroeste. Esta cultura abarcaría la totalidad de Galicia con prolongación por el este hasta el río Navia y por el sur hasta el Duero, comprendiendo las regiones portugueses de Minho y Tras-os-Montes. Con una zona de influencia que llegaría hasta el río Sella por el este y hasta Coimbra por el sur.

El castro corresponde a una organización social suprafamiliar. En el caso de Santa Tecla se utiliza la palabra “citania” para designar a castros de mayores dimensiones; en relación con otros como Sanfíns en Portugal, Briteiros, San Cibrán. Se cree que la cultura castreña o castrexa abarca unos 1.000 años, desde el 520 a.C. hasta el 570 d.C. a partir de unos datos obtenidos del castro de Borneiro en la provincia de A Coruña.

Después de la colonización romana los castros grandes como Santa Tecla permanecieron poblados.

Elegían lugares de fácil defensa para establecer sus hábitats, y solían estar rodeados de murallas defensivas que rondaban los 3 m. de ancho, aunque en el caso de Santa Tecla ronda 1’5 m. La puerta sur de este castro está cortada y retraída para dificultar el acceso y mejorar la defensa; en la puerta norte hay un espacio rectangular que se interpreta como un cuerpo de guardia.

En el interior de las cabañas se diferenciaban las camas a los laterales, el hogar prácticamente en el centro, la columna central, y también en los muros arcas o alacenas y en este caso la presencia de vestíbulos. La cubierta solía ser de materiales ligeros en forma cónica y sobre un poste central; aunque en Santa Tecla se suponen indicios de falsa bóveda por la inclinación de algunos de sus muros.

Hay presencia de pequeños “barrios” (un par de casas y dependencias de tipo almacenes y depósitos, denominados también agrupaciones suprafamiliares).

El poblado parece edificarse poco después de la integración de estas tierras en el imperio romano y abandonarse en paralelo de la concesión del ius Latii a los habitantes de la Gallaecia.

Las cabañas y sus accesorios son el elemento fundamental en la organización interna del poblado. En su práctica totalidad presentan planta circular u ovalada, aunque hay alguna excepción de planta rectangular. No está muy claro que para el recubrimiento de las techumbres se utilizara la clásica cubierta cónica con un poste central (no aparece hueco para el poste) incluso podría ser un techo plano o incluso a dos aguas.

Viviendas y almacenes constituyen la práctica totalidad de las estructuras presentes en casi todo el poblado.

Hasta hace pocos años era un tópico decir que estos poblados crecían de manera caótica y sin planificación previa. Hoy sabemos que la unidad básica en la estructura del poblado es la formada por varias viviendas y sus correspondientes almacenes, con las entradas de todos ellos abiertas a un pequeño patio común, generalmente enlosado. Una compleja red de canales de evacuación de aguas pluviales discurre bajo los suelos y los pavimentos. La muralla fue lo primero en levantarse y es lo que le da una unidad a todo el conjunto.

El lugar no fue súbitamente destruido sino que se abandonó lentamente, de modo que, salvo las pérdidas accidentales, los habitantes tuvieron tiempo de llevarse consigo todo lo que les era de utilidad. Además la acidez del suelo eliminó todo resto de materia orgánica.

La zona del extremo sudoccidental de la actual Galicia estaba habitada por los Grovii, comunidad indígena cuya ciudad más importante era la llamada Castellum Tyde o Tude, ubicada con toda seguridad donde está la villa de Tuy.

Se trataría de una comunidad de base campesina relativamente estructurada y con un cierto elenco de actividades económicas. Con pequeñas diferencias sociales.

Agricultura y recolección: Molinos manuales (importancia de la cultura cerealista), Hachas y hoces de hierro, también bifaces de cuarcita (recolección de moluscos).

Ganadería: Aparecen restos de ovicápridos, bóvidos y gallináceas, la conservación de estos restos se vio favorecida por los depósitos de cuncheiras, que propician la creación de un ambiente calizo que conserva los restos orgánicos.

Pesca y marisqueo: Faneca, maragota, robaliza o lubina. As cuncheiras son una muestra palpable de la actividad mariscadora.

Actividades artesanales: Actividad textil (pesas de telar planas), Fusayolas (función de contrapeso), agujas de bronce con ojo ovalado.

Comercio e intercambio: importancia estratégica del poblado para el comercio marítimo tanto fluvial como de cabotaje (importación de vinos y aceites sobre todo de la Bética) Aparición de monedas romanas de Augusto y Tiberio.

Vestido y complementos: Complementos de función práctica y de distinción social (fíbulas, alfileres, cuentas de collar, pulseras y torques.

El ocaso del poblado.

El ocaso de Santa Tecla se debió al efecto de las reformas de tipo administrativo promulgadas por los emperadores de la dinastía Flavio, y al modelo de explotación del medio natural impuesto por la administración romana, mediante la ubicación de villae y vici. Esta imposición de organización habitacional hizo inútil el hábitat cerrado castrexo, con lo que sus pobladores se vieron obligados a abandonar su hábitat, y fueron ubicados en las zonas más llanas, en la actualidad en estas zonas existen restos habitacionales de época y estilo romano. Restos y testigos de esta época se pueden encontrar hoy en día en A Proba, Camposancos, etc, e incluso si se llevaran a cabo excavaciones sistemáticas se encontrarían seguramente en los alrededores de algunos barrios guardeses.

lunes, 28 de abril de 2008

Fiestas.


Parte del acervo cultural del pueblo guardés lo constituyen sus fiestas o romerías, algunas de origen religioso, que siguen manteniendo esta tradición, como por ejemplo las procesiones del Corpus; otras de origen gastronómico como las fiestas del pez espada, la langosta o del roscón de yema; y otras de origen religioso pero que han ido evolucionando hacia un paganismo casi superlativo.
A lo largo de estas líneas me centraré en éste último grupo de fiestas, entre las que destaca sobremanera la fiesta grande guardesa, la fiesta con mayúsculas, As Festas do Monte.
Como decía antes estas fiestas comenzaron siendo una romería religiosa. Se cree que un grupo de sacerdotes y feligreses subieron al monte Santa Tecla hace ya más de un siglo, para rogar a la Virgen por unas lluvias que no llegaban, ya que se venían sucediendo unos veranos de importante sequía. Pues bien, con el tiempo esa romería o procesión de plegarias se fue transformando en una costumbre en la que los guardeses y las guardesas subían al monte en el segundo domingo de agosto para comer, festejar y dar las gracias por las lluvias deseadas.
Como muchas otras fiestas, un origen religioso dio lugar, con el paso de los años, a un festejo totalmente pagano, y en la actualidad la vertiente religiosa de veneración del monte y de su patrona se lleva a cabo en septiembre, en la romería de la Virgen de Santa Tecla.
Pues bien, en la actualidad As Festas do Monte se celebran la segunda semana del mes de agosto, durando las mismas toda la semana, el pistoletazo de salida se da e lunes, con el tradicional pregón, teniendo su culmen o clímax el domingo y acabando el lunes siguiente con el tradicional lanzamiento de fuegos artificiales desde el puerto.
Estas fiestas son, para la mayoría de los guardeses lo más importante del año y una buena parte de los mismos intentan hacer coincidir sus vacaciones con la citada semana. La villa se viste de gala, toda la semana existen actividades de todo tipo, desde desfiles de trajes tradicionales gallegos, comparsas, y verbenas nocturnas, que para disfrute de los noctámbulos suelen acabar a altas horas de la madrugada, completándose la diversión con todos los locales de copas guardeses.
La semana va avanzando, los más osados salen todos los días hasta que el cuerpo les aguante, pero lo realmente fuerte empieza a verse a partir del jueves, cuando en los ánimos de los guardeses comienza a aparecer un sentimiento difícil de explicar con palabras, está próximo el Domingo del Monte.
A partir de ahora el protagonismo recaerá en las bandas marineras, consistentes en una serie de grupos de amigos con un objetivo común, pasarlo bien el Domingo del Monte. En total existen un total de 19 bandas, antre las más antiguas hay que citar a A Banda Negra, Os Perdidos, O Mau-Mau, etc. Estas bandas comoparten una indumentaria y un toque común, lo de toque lo digo porque las bandas marineras están compuestas por romeros que llevan instrumentos de percusión, cajas bombos y tambores, y también están presentes las gaitas gallegas. Ya que no quiero excluir a ninguna banda intentaré enumerarlas, aunque lo voy a hacer de memoria, así que pido disculpas de antemano a algún componente de alguna banda que me quede en el tintero, si es así les invito a que manden un comentario al blog y yo con muchísimo gusto rectificaré e introduciré esa banda que se me haya quedado atrás. Las bandas son las siguientes:

Banda Negra, Banda Roxa, A Carallada, A Desfeita, Ceu Oscuro, Achicadoira, Os da Corea, Os Perdidos, A Foliada , A Beira do Río, Mau-Mau, Os Despistados, Ribadela, A Troulada, Os do Rancho, Os da Alba, O pé do Trega, Nova Semente, A Fervenza Tinta, Do outro lado do Monte.

Pues bien, como había dicho, las bandas comienzan a ser las protagonistas de las fiestas. El jueves se suele celebrar O Encontro das Bandas, tradición que contará este año próximo con su quinta edición, aquí las bandas exhiben sus mejores galas en una serie de stands dispuestos para dicho fin. A lo largo de la tarde los visitantes pueden gozar de música y tradiciones gallegas, malabares y cosas por el estilo. El sábado es el día del desfile, en el que todas las bandas participantes en la romería, así como todos los grupos de música tradicional gallega de A Guarda, participan en el mismo. El tradicional desfile sale de la Alameda y va recorriendo las calles guardesas para disfrute del público hasta llegar al puerto.
El domingo es el día más importante de la semana guardesa. Se sube al monte, por lo general andando, aunque los hay que cogen el coche. Pues bien, se empieza a subir a eso de las 11:00 de la mañana, cuando las familias van buscando un buen sitio para disfrutar del domingo y poder coomer a la sombra. Las bandas por lo general suben hasta la cima del monte, en cuanto a un servidor, me gusta subir hasta lo más alto y no quedarme a medio camino, pero cada uno tiene su criterio.
Después los romeros van a comer, para recargar energías, ya que resulta bastante agotadora la subida del monte tocando y cargando con los citados instrumentos. Sólo hay una banda que lleva a cabo su jura antes de la comida, esa es la Banda Negra, una de las más genuinas de todas. La jura es algo que resulta un poco complicado explicar, sobre todo para aquellos que no han estado allí. El acto en sí consiste en beber vino tinto, pero la jura va muchísimo más lejos. En la jura se mezclan muchísimos sentimientos, pero el más común es jurar por volver a estar allí el año próximo, y también jurar por los que no han podido estar o por los que no podrán estar nunca más. Para el espectador poco iniciado, no es más que eso, beber vino, pero detrás de todo ello hay muchísimo sentimiento. Para intentar aclararos algo, y como integrante de una de estas bandas, A Fervenza Tinta, os pondré el texto de la misma, que por otro lado, y por qué no decirlo, fue creada por quien os escribe.

Xuramos por nós, xuramos polo monte,
xurámoslle que volverémo-lo ano que ven,
que mentres teñamos folgos xuraremos
sempre que as nosas forzas resistan.
Xuramos como xuraron os nosos pais,
xuramos pola amizade que nos uniu
para nesta troulada participar.
Xuramos polos caídos que de seguro
eles tamén nos quererían xurar,
xuramos polos que non puideron estar
para que en vindeiros anos poidan con nós xurar.
Xuramos en fin, por todo aquilo que queremos;
non xuramos sen máis, xuramos e xuraremos
pola nosa banda xa que A FERVENZA TINTA
polas nosas gorxas xa comeza a baixar.


La jura de las diferentes bandas se va prolongando a lo largo de toda la tarde, en muchos casos hasta que el cuerpo aguante, pero aún queda la bajada, A Desfeita. Después de las juras, hacia las 18:00 las bandas bajarán desde lo alto del Monte hasta el Cancelón o Montiño, donde muchos romeros se reunirán con sus familias para comer algo y recargar la pilas, porque esto no acaba aquí y en el Montiño se juntan todas las bandas en un mosaico de colores y ruido y vino que resulta difícil imaginarse si no se está allí. Después una a una las bandas irán bajando de nuevo, desde el Montiño hasta el puerto, a lo largo de las calles guardesas, en lo que es conocido como A Desfeita, momento de las fiestas que le da nombre a una de las bandas participantes, que es la última en bajar del monte.


Todo esto que os estoy relatando tan friamente es un espectáculo digno de ver, ya que los romeros no dejamos de tocar en ningún momento, todo por el Monte, todo por las fiestas, todo por A Guarda.
También quería aprovechar para denunciar algo que los guardeses venimos comprobando año tras año, ya que los medios de comunicación que cubren estas fiestas no son nada imparciales y suelen sacar de contexto las fotografías que al día siguiente aparecen en periódicos como el Faro de Vigo o el Atlántico, señores, entérense bien, NO SON LAS FIESTAS DEL VINO, SON AS FESTAS DO MONTE. Y, la verdad sea dicha, la gran mayoría de las fotografías publicadas en los citados medios de comunicación no corresponden a romeros guardeses, y con esto no quiero decir que los que no son guardeses no puedan disfrutar de las fiestas, ni muchísimo menos, ya que los necesitamos, pero sí es cierto, que el que no es de A Guarda, O Rosal, Oia, etc. no vive As Festas do Monte como nosotros.
Sin más invito a todos los lectores de mi blog a que señalen con un color bien llamativo en sus calendarios la segunda semana de agosto y pongan en letras bien grandes, FESTAS DO MONTE DE A GUARDA. Repitiréis, os lo aseguro. Un saludo.
Aprovecho este artículo un poco menos serio para decirles a todos los que habéis opinado por la elección que hago del idioma del blog, para deciros que no es que no quiera escribir en galego, sino que en castellano me podrá entender un mayor número de intarnautas, es sólo ese el motivo. Pero de todos modos gracias por visitarme y gracias por opinar.





lunes, 14 de abril de 2008

El Estuario del Miño.


Ya que nos hemos referido a lo largo de estos artículos a algunos de los elementos más característicos del patrimonio histórico-cultural de esta villa pontevedresa, no podía faltar un artículo referido al patrimonio natural que posee A Guarda. Una prueba de excepción del citado patrimonio natural es el Estuario del Miño, su desembocadura, que hace de A Guarda un punto de referencia a nivel nacional para todos aquellos amantes de la ornitología.

Es uno de los humedales más importantes de Galicia. Durante los meses de otoño-invierno podemos observar centenares de especies de aves como cercetas, correlimos, garzas, gaviotas y aguiluchos. El Parque tiene dos observatorios para aves y una estación ornitológica. Durante los meses de primavera-verano la vegetación alcanza sus cotas más altas, con especies autóctonas de la comarca del Baixo Miño. La zona del estuario del Miño aparece llena de islas fluviales, zonas intermareales, bancos de arena y marismas saladas de enorme valor ecológico.

En total, el estuario del río Miño se extiende a lo largo de 14 kilómetros, para alcanzar los dos mil metros de ancho en su desembocadura, en A Guarda. Su margen final está ocupada por un larguísimo arenal en el que se han formado tres playas fluviales de fina arena, cuyas aguas cambian de grado de salinidad a medida que lo hacen las mareas. Así, cuando está en baja el agua se presenta dulce y casi templada, mientras que en pleamar, cuando el Atlántico penetra con fuerza en la desembocadura, la temperatura del agua desciende y sube su salinidad.

Todo el estuario posee una excepcional riqueza ornitológica. Cormoranes, garzas reales o gacelas conviven aquí con correlimos, porrones moñudos, ánades reales, avefrías, martines pescadores y un largo etcétera. También las riberas del Miño y sus aguas son refugio de varias especies tanto vegetales como piscícolas., lampreas o anguilas nadan a la sombra de un espeso bosque de ribera y vegetación palustre.

Pero si existe un mirador excepcional por estos parajes, ése es el Monte de Santa Tecla, en A Guarda. Altivo y con el peso de miles de años de historia bajo su cima habitada desde el Paleolítico, Santa Tecla es un punto de obligada visita para todo el que se acerque hasta el estuario del Miño. Aquí es donde el río abandona definitivamente sus verdes riberas y se une al Atlántico, y desde aquí, en días claros, el horizonte oceánico se pierde en el infinito. El Pico de San Francisco y O Facho son los nombres de los dos miradores naturales del Monte de Santa Tecla.


martes, 8 de abril de 2008

El poblado castrexo-romano de Santa Tecla.


Situado en lo alto del monte Santa Tecla, de 341 m. de altitud, con condiciones de emplazamiento óptimas para el control visual del estuario del Miño, importante ruta de paso de comercio marítimo en época castrexo-romana, se encuentra el poboado o citania de Santa Tecla, uno de los yacimientos arqueológicos más emblemáticos del área galaica y el más visitado de toda Galicia.
El yacimiento comienza a ser conocido a finales del siglo XIX a través de algunas referencias de Murguía.
En 1913, cuando la Asociación "Pro-Monte" de A Guarda da inicio a los trabajos de apertura de la carretera de acceso a la cima, se dan cuenta de la entidad y relevancia de los restos, lo cual motiva el inicio de la primera campaña de excavaciones sistemáticas.
Estas excavaciones se realizaron en varias etapas:
1ª etapa, de 1914 a 1923, dirigidas por D. Ignacio Calvo Sánchez, centrando su investigación en la zona del margen derecho de la carretera, al lado de la puerta norte de la muralla que rodea al poblado. El poblado se convierte de inmediato en uno de los puntos arqueológicos gallegos más conocidos y valorados.
2ª etapa, de 1928 a 1933, dirigida por D. Cayetano de Mergelina Luna, quien centra las excavaciones en la zona más meridional del poblado, en la puerta sur.
3ª etapa, de 1952 a 1972, época de campañas esporádicas, dirigidas por D. Manuel Fernández Rodríguez.
4ª etapa, entre 1983 y 1988, centrándose de nuevo en la zona más septentrional, al lado de la puerta norte, zona más consolidada en la actualidad.
Todos los datos obtenidos hasta ahora coinciden en señalar su ocupación durante el último tercio del siglo I a.C. y el abandono de la mayor parte del mismo a finales del siglo I d.C.
Desde la campaña de excavaciones y consolidaciones del año 1988 la inactividad en el yacimiento es total.
Este abandono, da una imagen infame pero real del estado del patrimonio guardés a las decenas de miles de personas que visitan cada año el yacimiento, y todo ello a pesar de los grandes beneficios que reporta a las arcas municipales de A Guarda el cobro de un canon por acceder al monte.
Con todo sería beneficioso para todos encontrar la forma de volver a iniciar investigaciones en la zona más desconocida del castro, la que fue excavada por Mergelina hace ya casi 80 años, y consolidar la misma. Esta zona en la actualidad está totalmente cubierta por maleza y vegetación con lo cual se hace totalmente imposible imaginar cual era el tamaño real del poblado, ya que la zona consolidada es una mínima parte del mismo. Ya que el excelentísimo concello de A Guarda recibe tanto beneficio por cobrar el ya comentado canon (creo que en la actualidad se cobran 80 céntimos de euro por visitante) se podría hacer un pequeño esfuerzo y devolverle el favor a nuestro castro e invertir un poco más en su conservación.

jueves, 27 de marzo de 2008

El Castillo de Santa Cruz.


Carlos Olbes Durán escribía hacia el año 1995, al final de su artículo sobre el castillo de Santa Cruz de A Guarda, en su obra Castillos de Pontevedra, Ediciones Lancia, 1995.
En el año 1860 fue subastado públicamente en parcelas, y hoy se halla totalmente cubierto de arbolado hasta tal punto, que son muchos los vecinos de A Guarda que desconocen su existencia; conserva su estructura principal con pequeños desmoronamientos así como garitas en los ángulos de los baluartes además de los cuatro revellines que defendían las cortinas, pero de todos modos sería fácil su conservación, eliminando el exceso de arbolado y adquiriendo sus terrenos alguna entidad pública con fines culturales y recreativos.
Pues bien, esto es lo que escribía el bueno de Carlos, qué inocencia, me quedo sobre todo con su última frase: pero de todos modos sería fácil su conservación, eliminando el exceso de arbolado y adquiriendo sus terrenos alguna entidad pública con fines culturales y recreativos. Pues bien, hoy en día los terrenos del Castillo de Santa Cruz no están en manos de una entidad pública, sino en manos privadas. Yo también me considero inocente, como Carlos, y me encantaría que en cada pueblo, ciudad o aldea sus habitantes pudieran disfrutar del patrimonio de cada lugar. Es cierto que el Castillo de Santa Cruz ha pasado desapercibido para la mayoría de los guardeses, debido al estado en que se encontraban sus fachadas (totalmente anegadas de vegetación). De acuerdo, ha pasado desapercibido, pero seguro que si se le preguntase a los guardeses si le gustaría que el Castillo de Santa Cruz estuviera totalmente restaurado, con entrada gratuita y controlada, con paneles explicativos, con exposiciones e incluso con un guía turístico yo creo humildemente que la mayoría preferiría esta opción a la actual.
La situación fronteriza de A Guarda ha sido la causante de numerosos episodios bélicos a lo largo de su historia; la población tuvo murallas y fortificaciones hoy desaparecidas. Se conserva el Fuerte o Castillo de Santa Cruz, construido entre los años 1663 y 1664 por el capitán general de Galicia, don Luis de Poderico en una fase difícil de la guerra con Portugal que se venía arrastrando desde 1640. La rapidez de construcción se tardijo en una baja calidad constructiva y un inapropiado lugar, dominado por otras alturas y muy pedregoso, dando lugar a un recinto irregular con cuatro baluartes llamados Santa Tecla, La Guía, Santa Cruz y San Sebastián, cuatro revellines y una estrada cubierta, careciendo de foso.
En junio de 1665 los portugueses consiguen en el Alentejo la decisiva victoria en Montesclaros y unos meses después organizan una ofensiva en Galicia formando un importante ejército en el que figuraban varios cuerpos de tropas extranjeras al mando del Conde de Schomberg, siendo el conjunto dirigido por el Conde de Prado; cruzaron el Miño por Goián el 28 de octubre de 1665 y no se atrevieron a atacar Tui, dirigiéndose hacia A Guarda donde pusieron sitio al fuerte de Santa Cruz, el cual fue defendido valerosamente, pero la noche del octavo día los portugueses llegaron a la estrada cubierta atacándola por tres lugares y conquistándola empezaron a picar la muralla. Visto esto, el gobernador del fuerte Jorge de Madureira capituló saliendo del castillo con 600 soldados, 500 auxiliares y 100 heridos, con sus armas y una pieza de artillería, dirigiéndose hacia Tui.
Los portugueses ante la llegada del invierno se retiraron pronto dejando una guarnición de 900 hombres en el castillo al mando del maestre de campo Baltasar Fagúndez. El capitán general de Galicia don Luis de Poderico no hizo nada para impedir las correrías del ejército portugués aunque disponía de 6.000 infantes de paga, 2.000 caballos y muchas milicias, limitándose a fortificarse en el fuerte de Medos (en la parroquia de Santiago de Estás, en el Concello de Tomiño) y observar al enemigo.
La villa de A Guarda y el Fuerte de Santa Cruz no fueron devueltos a España hasta que se firmó la paz entre los dos países en febrero del año 1668. Esta paz indicaba la mutua devolución de plazas conquistadas con la excepción de Ceuta, que quedó en poder de España.
Tras los sucesos de la Guerra de la Independencia comenzó su declibe, siendo Juan M. Pérez González, en 1885, su último gobernador.
Pues bien, con todo esto y ya para finalizar, yo no estoy en contra de que en la actualidad estos terrenos, incluyendo el Castillo estén en manos privadas, ni mucho menos, sino que espero que estos nuevos dueños acondicionen de una vez por todas esta fortaleza y que hagan que los guardeses podamos estar orgullosos de nuestro patrimonio. Lo ideal sería no haber llegado hasta este extremo y que la Xunta de Galicia, la Diputación de Pontevedra o el propio Concello de A Guarda se hubieran hecho con esta edificación antes que unas manos privadas para el disfrute de todos los guardeses y de todos aquellos que nos visitan.

martes, 26 de febrero de 2008

Ya lo decía Estrabón.


La belleza de estos parajes ya están reflejadas en la literatura desde antiguo. Ya lo decía Estrabón en su afamada obra "Geografía", considerada escrita entre los años 29 y 7 a.C. En esta obra, Estrabón describe la totalidad del Imperio Romano. Más concretamente en su libro tercero narra
las características de la Iberia, tierra que comenzó a interesar a los romanos allá por el año 218 a.C. cuando la consideraron de una importancia estratégica esencial para poder acabar con los cartagineses, los grandes enemigos de Roma por aquella época.
Al describir, Estrabón las tierras de la Lusitania habla también de las tierras de los gallaeci o galaicos, y en ocasiones confunde unas tierras con las otras. Cuando está describiendo los ríos habla así del Miño: (...) "Lo mismo pasa con el Baínis, llamado por otros Minion (río Miño), el mayor de los ríos de Lusitania*, e igualmente navegable en unos 800 estadios; (1 estadio romano = 185 metros) Poseidónios dice que procede también del país de los "kantabroi"**. En su desembocadura hay una isla con dos muelles a los que se pueden arrimar los barcos***. Tiene una disposición natural digna de alabanza, pues los ríos éstos, encajados entre orillas tan altas, pueden contener las mareas ascendentes, evitando así los desbordamientos y las inundaciones de las tierras bajas.
No es este un artículo histórico, aunque haga en él referencia al gran Estrabón. Más bien es un recurso para hacer ver al lector que ya en época romana la zona hoy conocida como Baixo Miño, y más concretamente su estuario y desembocadura, actualmente dividida entre los ayuntamientos de A Guarda y O Rosal, era una zona de una belleza admirable. Actualmente esa belleza natural se mantiene, aunque a duras penas, ya que la masiva edificación que ha venido llevándose a cabo en estos citados ayuntamientos está cambiando drásticamente el paisaje de la zona, quedando ya como un majestuoso bastión contra el progreso incontrolado del ladrillo el Monte Santa Tecla, tan venerado por los guardeses.
Es este un artículo que intenta despertar en el lector, sobre todo en el conocedor de estos parajes un sentimiento único. En A Guarda ha habido población humana ya desde época prehistórica hacia el año 10.000 a.C., civilización que se ha llamado por su cultura material camposanquiense, debido a los restos líticos tallados que se han ido encontrando en las playas de Camposancos, parroquia guardesa. Pues bien, 10.000 años nada más y nada menos. Estas culturas no se establecieron en esta zona por casualidad sino que eligieron estos asentamientos para poder llevar a cabo allí sus actividades. En estos momentos estamos hablando de caza, pesca y recolección de frutos. Si ya estos nuestros antepasados se habían establecido aquí fue por la enorme riqueza natural que posee A Guarda, riqueza natural que debemos mantener entre todos para, quién sabe, quizá dentro de otros 10.000 años las gentes venideras hablen de nosotros como de una civilización que supo estar en armonía con el medio y supo apreciar las maravillas que la naturaleza destinó a este paisaje.
Que quede claro que mi intención en este artículo no es rechazar el progreso. Lo que estoy intentando decir es que debemos mantener intacto nuestro patrimonio natural y cultural, porque es este patrimonio el que hace de A Guarda un sitio distinto. No estoy negando el derecho de las empresas encargadas de la edificación a crear viviendas tan necesarias para nuestro estilo de vida, simplemente estoy reclamando un poco de control en las mismas para que no tenga que cambiar el título del artículo de "A Guarda, sitio distinto" a un simple "A Guarda, sitio".

* Estrabón lo considera aquí lusitano, cuando en otro lugar dice que los kallaikoi o callaeci comienzan en el Dourios (III, 4, 20).

** Poseidonios, hacia el año 100 a.C., menciona a los cántabros , creyendo, por error, que el Bainius (Miño) nacía entre ellos. Los cántabros ocupaban en tiempos de Estrabón la parte central de la costa cantábrica.

*** Se cree que el río Miño era navegable unos 150 Km, es decir, hasta la confluencia con el río Sil aproximadamente. Otro nombre del Miño era Bainis. La isla, con su muelle, debe ser la isla Canosa o la ínsua, frente al monte Santa Tecla, donde se alzan todavía las importantes ruinas de un castro coetáneo de Estrabón.